lunes, 14 de septiembre de 2009

Oye, Dios, soy sólo un hombre insignificante con una mujer y una familia, pero casi he perdido la casa. Sí, compré un sueño, aguantamos a duras penas, estoy casi hundido. Sólo nos queda dinero para dos días y nos quedaremos en la calle. Ella es una madre soltera, trabaja como una santa, nunca se queja de nada, nunca dice una palabra, pero se siente culpable. Su hijo está encarcelado, mató a un bocazas. Ella hizo todo lo que pudo por sacarle a flote, pero el mundo no le perdonó.¡Oye, Dios!, dime: ¿qué demonios está pasando? Parece como si todo lo bueno se haya ido a la mierda; se hace duro salir adelante. Oye, Dios, sabes que hay noches en las que quiero gritar. Estos días es incluso más difícil creer. Sé lo ocupado que debes estar, pero... oye, Dios, ¿piensas alguna vez en mí?

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