
Cuánto he de esperar para al fin poder hallar la otra mitad de mí que me acompañe a vivir. Nadé tiempo en un mar de apariencia, y ahogué el amor; no se puede ocultar el perfume de una flor. Cuánto me cuesta sobrevivir, cuánto sonreír, sin poder quitarme el antifaz que me disfraza de normal.
Y volveré a buscarte allí hasta donde estés, tan sólo quiero amarte y poder tener alguien en que apoyarme, alguien en quien volcar todo el amor que cercenó el qué dirán. No más miedo a entregar mis labios sin antes mirar, no más miedo a acariciar nuestros cuerpos y soñar.
Y a la mierda con el armario y el diván si hay que luchar, luchar es educar, que en asuntos del corazón no hay reglas de dos. Que somos distintos, somos iguales, no más guetos, alza la voz. Y cuando llegue el final, el otoño de nuestro amor, yo te esperaré.
Mientras, vive y lucha por tener derecho a elegir con qué cabeza tu almohada compartir.
Orgulloso de ser quien eres y no como deberías ser.
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