Los celos son una forma de retener al hombre o a la mujer, ¿no es así? Cuanto más celosos estamos, mayor es el sentimiento de posesión. El poseer algo nos hace felices; decir que algo es de nuestra exclusiva propiedad, aunque sea un perro, nos hace sentir cómodos y a gusto. Ser exclusivos en nuestras posesiones nos proporciona seguridad y certidumbre. Poseer algo nos hace importantes y esta importancia es a lo que nos aferramos. Pensar que poseemos, no un lápiz o una casa, sino a un ser humano nos hace sentir fuertes y extrañamente satisfechos. La envidia no es por causa del otro, sino debida a nuestro propio valor e importancia. “Pero yo no soy importante, no soy nadie; ella es todo lo que tengo; ni siquiera mis otros amigos cuentan.” Todos tenemos una sola cosa a la que nos agarramos, aunque asume diferentes formas. Yo me aferro a mi amiga, y otros a una creencia, pero la intención es la misma. Sin el objeto al que nos apegamos nos sentimos completamente perdidos, ¿verdad? Tenemos miedo de sentirnos totalmente solos. Este miedo es odio, celos, dolor. No hay mucha diferencia entre la envidia y el odio.
Para la reflexión:
- Observa cuáles son las cosas, creencias y/o personas a las que estás aferrado. Personas: anto, bren. - Observa qué sucede en ti (pensamientos, sentimientos, acciones) cuando tienes estás cosas “controladas”, cuando las posees. Nada raro, estoy contenta porque estan conmigo y nadie más. - Observa ahora qué sucede (pensamientos, sentimientos, acciones) cuando sientes el riesgo de perder estas cosas, creencias o personas. Eeh, me alejo, les dejo de hablar. - Observa cómo de manera sistemática condenamos a otro por esa pérdida o riesgo. No sé, el otro se cansa de mi actitud y tambien se aleja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario